miércoles, 5 de noviembre de 2014

Condenado a ser subcampeón

Nico Rosberg parece haber perdido la chispa necesaria para hacer frente a un Lewis Hamilton excesivamente motivado en la parte final del campeonato.


Minar la moral del adversario ha sido y es tarea obligada en cualquier conflicto bélico de la historia. Aquí el problema no contiene una raíz bélica ni mucho menos pero ya tengo claro que ha sido Hamilton quien ha ganado su particular duelo de titanes con Rosberg. El británico tiene en el bolsillo su segundo título mundial. Mis felicitaciones. 

No creo que a Nico le siente bien hacerse los sábados con la "pole position". Los resultados invitan a pensar que salir primero se convierte en un factor poco o nada decisivo para hacerse al día siguiente con la victoria. En lo que llevamos de mundial solo lo ha logrado en Mónaco y Alemania a pesar de haber conseguido ser el mejor de la Q3 en nueve ocasiones. Desconcertante, ¿verdad?. El alemán es rápido a una vuelta, de eso no hay duda, pero en la batalla final desperdicia la oportunidad para hacer frente y ganar a su rival. A pesar de que este contratiempo le haya sucedido a principios de temporada en Bahrein y también en Canadá, Spa se convirtió en un antes y un después para Rosberg. Allí sumó 18 puntos y dejo K.O a su compañero de equipo. No gustó ni al equipo ni a la afición, la cuál no perdona. Tras Bélgica llegó Italia, donde a pesar de colocarse líder en la carrera no pudo con la presión que tras él ejercía un cauteloso Lewis Hamilton que acabó ganando. El fin de semana en Singapur fue para olvidar, abandono y cero puntos. En Suzuka volvía a hacerse con la "pole" y volvía a tener que conformarse con un segundo puesto en beneficio de Hamilton. Gran Premio de Rusia, ni "pole" ni victoria. Llega Austin. Las barras, las estrellas, los rodeos, una nueva "pole" y un nuevo escalón con el que tropezar; ganó Lewis. Rosberg, segundo.

El hijo de Keke le ha cogido miedo a ir delante del "rapero". El alemán observa tantísimo sus retrovisores cuando el hermano gemelo de su monoplaza W05 se sitúa tras él que parece cometer errores de principiante. Y es en esos momentos en los que el que ya fuera campeón del mundo en 2008 sonríe bajo la tintada visera de su casco: «El Mundial es mío. Cuestión de tiempo».

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