miércoles, 24 de septiembre de 2014

Una noche en Singapur...

Singapur coloca a Lewis Hamilton con 4 puntos de ventaja sobre su compañero de equipo Nico Rosberg. 
El británico gana su séptima carrera del año y el alemán sufre su segundo abandono de la temporada.
Alonso vuelve a demostrar sus dotes a los mandos de un discreto Ferrari y Red Bull da un paso hacía delante y se afianza un poco más en el segundo puesto de constructores.


En la excesivamente iluminada noche de Singapur todo resalta frente a las dilatadas pupilas de los que por un momento nos asomamos al espectáculo desde no sabemos dónde. Los árboles aquí son demasiado verdes y conviven en aparente armonía con centenares de rascacielos repletos de oficinas. Voluminosos carteles publicitarios inundan las calles camino del circuito. Voy andando, o eso creo. Sin saber cómo ya casi he logrado acceder a la pista, estoy frente a las puertas de acceso. Un policía de tez oscura y ojos rasgados me mira de pie subido al bordillo. Junto a él un pastor alemán bebe agua de un recipiente de plástico. La sensación de calor y el peso de toda la responsabilidad que conlleva tener que controlar toda esta parafernalia parece agobiar al agente. Sin darme cuenta de como ha llegado hasta mí le muestro tras su petición una acreditación plastificada que lleva mi nombre...y mi foto. El policía ya ni siquiera me prestaba atención. Es más, había desaparecido.

Ahora me siento en un apartado exclusivo en medio del paddock y la farándula. Desde allí me cruzo con todo tipo de gente y con desconcertantes gestos serios provenientes del personal del equipo Mercedes; el hombre amable de la inseparable y productiva (para él) gorra roja anda también por allí, es Niki Lauda. La carrera está a punto de comenzar y en el equipo de la estrella de tres puntas ha sucedido un imprevisto; el coche de Nico no quiere arrancar. Parecía estar todo hecho a medida. El espectáculo estaba garantizado. Hamilton a 21 puntos y con la pole. Rosberg desde boxes y sin la certeza de saber como iba a responder el propulsor de su W05. Con este nuevo escenario modificado a última hora sin previo aviso a los allí presentes Charlie Whiting ponía más luces al estrambótico trazado de Marina Bay. El semáforo cambiaba a verde.


Tan solo trece vueltas respetaría el cableado del motor al hasta ese momento líder del mundial. Dentro aún de su cockpit y agitando de manera impetuosa sus brazos delante de sus mecánicos Nico Rosberg decía adiós a la carrera. De esta manera dejaba la puerta abierta a su compañero y rival para que éste pudiese recortarle una importante cantidad de puntos. El piloto germano maldecía, aparentemente calmado, a su «coche enfermo» en declaraciones a los medios. Hamilton mientras, sonreía al volante liderando la carrera. Sabemos que el campeonato va a ser para uno de los dos pilotos de Mercedes pero, ¿para cuál de ellos?.

El resto de la carrera, como casi siempre en Singapur, se volvió algo monótona. Un interesante cambio de estrategia por parte de Red Bull - que volvió a quitar con maestría la cartera a Ferrari - y poco más. El equipo de moda en años anteriores parece tener claro ser el único con posibilidades de dar "trabajo" a Toto Wolff y compañía. Ninguno de sus pilotos ganó la carrera pero escoltaron en el podio  al nuevo líder, Lewis Hamilton.


Alonso mientras tanto volvió a salvar a Ferrari en el único sentido posible que tiene de salvarse a día de hoy la escudería italiana, pro tempore. Si al ya conocido defraudador rendimiento del F14T le sumamos el despido de Montezemolo hace dos semanas y la dudosa continuidad de su piloto estrella Fernando Alonso en el equipo el curso que viene, en Maranello nadie se atreve a predecir nada ni siquiera de un día para otro. El asturiano acabó cuarto en una carrera marcada por la humedad sufrida por los pilotos dentro de sus monoplazas.

Después de dos horas de carrera volvieron a ondear, a lo largo del circuito y en honor a los protagonistas, las banderas reglamentarias agitadas por los comisarios los cuales, al igual que el policía de la entrada, también lucían tez oscura y ojos achinados. En ese momento decido regresar a casa, en el bolsillo del pantalón llevo un despertador que durante la carrera no estaba aquí y que ahora rebulle y me informa de que son ya las cinco de la mañana. Por delante un nuevo día de rutina en el trabajo. La noche ha dado de sí. Hemos soñado al principio con algo distinto y esperanzador y finalmente, poco a poco,casi sin darnos cuenta todo se ha ido difuminando hasta darnos de bruces con la realidad. Mercedes domina incluso en trazados poco exigentes en lo referente a la potencia. El crepúsculo en Marina Bay no deja de ser como cualquier noche en cualquier lugar del mundo. Ahora aquí amanece... que no es poco.

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