En frente, el mar Mediterráneo. Es de noche. Hora de zarpar,
Ya no queda trabajo por hacer en los dos primeros continentes ocupados, al
menos durante algunos días, por el campeonato mundial.
Vettel observa el oscuro mar algo desconcertado. Ha llegado a Libia en avión desde Bahrein pero el resto del viaje prefiere hacerlo por mar. Él solo, navegando. Está en la
orilla apoyado en una sencilla embarcación. La pintura está muy deteriorada y
apenas se nota pero la escasa luz que ofrece la luna esta noche deja entrever
que es de color rojo. El piloto de Ferrari se ha ido introduciendo poco a poco.
El agua ya le cubre hasta la cintura y comienza a tiritar. De un salto logra subirse a bordo. No hay marcha atrás.
Comienza la verdadera aventura. Tras él queda una primera parte del campeonato
que no está por la labor de verle regresar como un cobarde. No debería. Sin
embargo, si tendrá que demostrar que los primeros grandes premios no han sido
un espejismo. Notará como, en ocasiones, le falta el aliento. Tocará estar
preparados para los empujes de una fuerte marejada que amenazará constantemente
con volcar su embarcación. En la parte derecha de proa, impreso sobre el casco aun puede
verse el nombre, ya borrado, de Fernando. Ahora sin embargo es él quien se
encuentra a bordo, a los mandos. Toca decir no a morir ahogado. No es momento
de rendirse ni siquiera cuando hayas caído al agua y los brazos y las piernas
se resistan a flotar. La costa de una imaginaria ciudad de Trípoli ya queda exageradamente lejos y tras demasiados días navegando lo que se vislumbra frente a ti son ya las luces de
Barcelona. La ciudad condal significa el comienzo del campeonato puro a través
del viejo continente. Es momento de incluso zambullirse y nadar un buen trecho.
Echarle huevos y sentirse vivo. Porque en ese mar cada noche navegas acompañado
de miles de almas y seres humanos que lo han dejado todo para echarse al mar y
llegar, si acaso, a la nada. Sin embargo a ti, Sebastian, te espera la costa de
Barcelona. El dolor durará un momento, después no te faltará de nada. Pero a
partir de la llegada a tierra tocará manifestar que los podios conseguidos en Albert Park o China o la más que dulce victoria en Sepang han sido solo fruto
de una simple y llana toma de contacto. Que queda lo mejor. Que eres tetracampeón del mundo. Que
aquí y a partir de ahora solo se permite ganar. Que toca mojarse, Seb.
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