martes, 12 de febrero de 2013

Quizás el problema, se llame dinero


Tras 6 temporadas a los mandos del McLaren, corriendo en casa, Lewis Hamilton ha hecho la mudanza este año. El que fuera subcampeón del Mundo en 2007 y campeón en 2008 se cambia de familia para estrenarse con el AMG F1 W04 de la escudería Mercedes que dirige el británico Ross Brawn.

Al "desertor", como hemos podido adivinar que le llama su antiguo jefe Ron Dennis, le critican periodistas de algunos medios de comunicación tachándole de avaro y ambicioso con el dinero, refiriéndose al "por qué" de su fichaje con la escudería alemana como un asunto meramente económico. Por desgracia, a estos niveles de competición y de lujo a "todo trapo", me hago una pregunta; ¿quién no se mueve por dinero?


La respuesta, ciertamente no la sé, pero creo que quizá la base del problema sea que buscan en él esa chispa de motivación que les haga, en el caso de los pilotos, ir un poquito más rápido tanto a bordo como fuera del monoplaza.

Quizás sea ese el problema, no detenerse como buen profesional a buscar otra clase de incentivos. Pero si echamos una vista a su alrededor vemos que tienen a decenas de personas encargadas de que al "protagonista" no le falte de nada pero cuando éste se muestra disconforme con algún asunto, son ellos los primeros en buscar los fajos de billetes como la solución por excelencia. Es decir, ellos son los primeros hambrientos de dinero, cogen a una persona y la convierten en estrella, cambiando esas necesidades y deseos en necesidades no necesarias.


Suena utópico pedir que todo este tipo de PERSONAS funcionarían mejor rodeándose de expertos en materia de motivación y no en materia de gestión para que así, pilotos y demás profesionales encontraran un equilibrio más confortable en el ámbito profesional y personal. Dejando de lado el dinero y a quienes no miran más allá de él.

Seguiré soñando...

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