Llevas un par de días observando con detalle el transcurso de cada momento previo a la carrera. Te vuelves un poco friki y cotilleas por internet sobre la llegada de los pilotos al circuito. Acudes a la siempre omnipresente red social de Twitter para ver que ha sido lo último que ha dicho, perdón, tuiteado tu piloto favorito. Madrugas para ver los entrenamientos libres porque quieres ver que resultado da el nuevo paquete aerodinámico de un monoplaza que no termina de convencerte. ¿Y todo esto para qué?
¿Para que sigues se manera tan estricta los horarios establecidos?, ¿Para qué madrugas en fin de semana dispuesto a ver las clasificaciones o las carreras?. La nueva era tecnológica penaliza al verdadero aficionado, así lo veo yo y os explico cuales son mis razones para ello.
Ya no tiene gracia estar pendiente de la salida a la hora señalada porque podrás volver a verlo cuantas veces quieras. Podrás, por ejemplo, repetir hasta la saciedad el fantástico adelantamiento de Fernando Alonso a Sebastian Vettel en el último Gran Premio de Gran Bretaña pudiendo observar la maniobra con todo lujo de detalles. Sí, pensarás que eso está bien pero si vas un poco más allá te darás cuenta de que esto provoca que ya nada sea singular y muchos momentos pierden a pasos agigantados esa magia de saber que lo que estás viendo o lo que estás a punto de ver no volverá a pasar. Deja de ser efímero y especial para convertirse en algo per sempre duradero por lo dicho anteriormente; lo podrás volver a ver, no te preocupes por ello, cuantas veces lo desees será tuyo.
Otro de los motivos es que ya no solo es que penalice al aficionado del deporte o del evento en cuestión sino que penaliza al ser humano. Me explico: ¿Cuantas veces te surgen dudas sobre algún momento puntual de la carrera y acudes a varias fuentes en internet que te facilitan en segundos gran cantidad de vídeos y de datos referentes a lo que andas buscando e incluso acabas disfrutando de lo que ni siquiera buscabas en un principio?. Es como cuando no recuerdas el título de la canción que escuchaste el fin de semana pasado y en seguida puedes echar mano al smartphone, colarte en "la red" para que atrape tu memoria y que sea ella quien te diga el título de la canción en cuestión, el autor e incluso la letra. Porque nos están acostumbrando a no tener paciencia ni para ponernos a pensar. Las nuevas tecnologías y estas diversas y novedosas maneras de obtener exceso de información tienen que tener su lado oscuro. Son herramientas con un claro doble filo; por un lado sirven de asesoras y por el otro alejan sin que te des cuenta tu memoria de ti mismo, volviéndote tu mente totalmente vaga. Es como mal acostumbrar a un niño pequeño no enseñándole a luchar por lo que quiere y ofrecerle el caramelo sin el más mínimo esfuerzo por su parte.
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