miércoles, 20 de agosto de 2014

Una victoria memorable

Un 7 de Noviembre de 1993 Ayrton Senna, a bordo del MP4/8 de McLaren con motor V8 Ford, se hacía con la victoria en el circuito de Adelaida, en el Gran Premio de Australia de ese año.  Después llegaría una de las peores rachas del equipo de Ron Dennis, 3 años de sequía ganadora para la escuadra británica. Sin embargo arribó el momento de romper esa racha negativa. Comenzaba la temporada de 1997, de nuevo Australia pero esta vez, el escenario fue el circuito de Albert Park.



Después de pasar 3 años repletos de problemas y dificultades con los motores Peugueot de 1994 y los primeros Mercedes V10 de 1995 y 1996 la responsabilidad de no sumar cincuenta carreras sin subir a lo más alto del podio caía sobre dos hombres, Mika Hakkinen y David Coulthard. A sus manos, el nuevo MP4/12, y por delante toda una carrera en el trazado australiano de Albert Park. En el equipo de Woking claro está que no estaban por la labor de apuntarse un "récord" negativo como ese pero finalmente la carrera, después de una salida algo accidentada, acabó de la mejor manera posible.

El encargado de recibir el trofeo de ganador fue el escocés David Coulthard mientras que su compañero Mika Häkkinen fue tercero. Entre ellos se coló el káiser Michael Schumacher pero el objetivo por parte del equipo McLaren estaba cumplido, habían acabado con la racha de 49 carreras sin hacerse con la victoria.

A pesar de ser conocidos por organizar grandes fiestas tras sus numerosas victorias en años atrás a las que acudían todo tipo de celebridades de la alta sociedad, pilotos de otras escuderías, mecánicos y patrocinadores, en los boxes prácticamente ya nadie se acordaba de como celebrarlo.

Ese día en Melbourne tras la victoria de Coulthard, George Harrison, gran amigo del equipo McLaren y gran aficionado en general a la categoría reina, preguntó que dónde darían la fiesta esa noche, que él pagaría todo el champán que fuera necesario. Le dijeron que todo esto les había pillado un poco a contrapie y que de momento no sabían nada. Harrison informó a Jo Ramirez de que se alojaba en el cercano hotel Hyatt, que le llamara en cuanto supiera algo. Y así fue, Jo le telefoneó más tarde para decirle que la fiesta sería en el Crown Casino. El integrante de la banda The Beatles acabó, ya de madrugada, sentado al piano deleitando a los allí presentes con canciones clásicas de su repertorio habitual y con una canción escrita por él mismo para la Fórmula 1, "Because Bernie Says So". A la mañana siguiente uno de los mecánicos del equipo le confesó a uno de sus compañeros: «Pensé que había muerto y que estaba en el cielo». No debió ser para menos.

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